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Los rectores se preparan para el peor escenario y lanzan una plataforma docente

La Oberta y la UNED crean un portal con metodologías, conferencias y material de divulgación por si las aulas no vuelven a abrirse este curso

Masterclass del profesor Ignacio Gafo en Wow Room . Vídeo: IE University
Elisa Silió

Hasta la fecha 1.102.700 alumnos estudiaban grado de forma presencial y apenas 191.000 a distancia. En másteres, el desequilibrio era menor: 160.400 estudiantes iban a clase hasta el pasado viernes y 55.052 se conectaban en Red. Pero la epidemia de coronavirus ha obligado a suspender las clases y toda la enseñanza ahora es telemática, un escenario que coge con el pie cambiado a muchas universidades públicas que, a matacaballo, deben reorganizar su didáctica y tecnología que se limitaba al campus virtual en el que interactuaban con los alumnos. Por eso este jueves la conferencia de rectores (CRUE) y el Ministerio de Universidades han presentado una plataforma, Conect@ados: la Universidad en casa, para ayudar a los profesores en su precipitado cambio a la docencia virtual.

La web, creada por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) y por la Oberta de Catalunya, contiene metodologías para dar clase, pero además tendrá “conferencias, consejos, materiales de divulgación y atención personalizada para el cuidado psicológico de quienes lo requieran”, se afirma en una nota de prensa, en la que también se anuncia que “el portal se irá actualizando en lo sucesivo”. Aunque los rectores rechazan comunicar que este curso no habrá clases presenciales, sus pasos van en esa dirección. “No poder reanudar las clases sería indicativo de una situación sanitaria muy grave. Esperemos no llegar a eso”, afirmó este miércoles el presidente de los rectores, José Carlos Gómez Villamandos, a EL PAÍS. “Para evitarlo están trabajando muchos profesionales y cada persona debe asumir su parte de prevención con responsabilidad y seriedad para conseguir frenar la expansión del coronavirus”. Italia, por su parte, ya ha ampliado los plazos de confinamiento.

Cuando el pasado febrero el ministro de Universidades Manuel Castells por fin habló en el Congreso de los Diputados, repartió reproches contra muchos colectivos y en especial contra algunas universidades –online en su totalidad– que no quiso citar: “Hay una mala imagen de estos estudios porque se han creado universidades que son puras estafas”. Castells, que ha sido profesor de la prestigiosa Universidad Oberta de Catalunya, prometió entonces “un mayor control de centros con más ánimo de lucro que de enseñanza”, porque estos campus en el ciberespacio no tienen una normativa propia.

En la Coordinadora de Representantes de Estudiantes de Universidades Públicas (CREUP) dan por hecho que la docencia virtual va a mermar la calidad de la enseñanza. “Hay muchos alumnos que usaban la conexión de sus universidades y en el piso de estudiantes tiraban de datos para no pagar más o del wifi del colegio mayor, y ahora no lo tienen o muchas veces están en zonas donde la conexión es muy mala”, se lamenta Laura Alcaide, portavoz de CREUP. “Además, los servidores están tan saturados que en medio de la clase se cae la conexión”.

La percepción de la calidad de los estudios online es muy desigual y mientras unos centros tienen altas tasas de abandono –a distancia los alumnos aprueban el 55% de los créditos matriculados y en presencial el 78%– otros se han sorprendido del gran éxito. El Instituto Empresa, que nació con una escuela de negocios y hoy cuenta con la IE University, lleva casi 20 años formando online –7.000 alumnos de 140 países a la vez– así que, cuando saltó el primer caso de contagio de coronavirus en sus aulas en Segovia, no dudaron en migrar a la Red todas sus enseñanzas.

El IE avasalla con una sala, el Wow Room, en la que una pantalla curva –de 45 metros cuadrados divididos en celdas– permite que 48 alumnos sigan las enseñanzas de un profesor que está en Madrid rodeado por dos cámaras. La clase es a las 13.30 y mientras los americanos se desperezan con los cascos puestos, los asiáticos están pensando en dormir. Hoy imparte clase en inglés Ignacio Gafo, vicedecano de programas de MBA. Desde hace 15 años combina la enseñanza presencial y a distancia y su lección de hoy versará sobre cómo gestionar un equipo ante la crisis del coronavirus. Los ejemplos del maestro Yoda o Darth Vader se suceden acompañados por imágenes.

De darle a elegir, Gafo se quedaría con la enseñanza a distancia, aunque cree que lo ideal es la combinación de ambas y en su centro están obligados a cursar un mínimo porcentaje de clases en el otro método. “No es autoestudio. Hay que ir cambiando las metodologías –videoconferencias, foros de discusión, casos reales...– porque si no los estudiantes se aburren. Los cursos online son más reflexivos, creo que se aprende más que en presencial, en el que las respuestas son más impulsivas porque hay que responder rápido”, razona el vicedecano. Insiste mucho en que “es más importante la pedagogía que la tecnología, porque hay que ser un profesor ordenado, no hay tiempo para la improvisación”. Durante una semana han formado al 30% de docentes que nunca habían impartido clase online y cuentan con réplicas del Wow Room en miniatura –un monitor curvo algo más grande que el habitual– que impone menos a sus profesores más tímidos.

“Hace dos años Esade, una escuela tradicional desde hace 60 años, decidió salir de su zona de confort y crear programas in/on”, cuenta Julio Villalobos, su director corporativo. “Lo que no funciona es poner una cámara y que el profesor hable o plantar un Powerpoint. En Coursera [plataforma virtual de la Universidad de Stanford] casi nadie acaba el programa que empieza. Nosotros tenemos una tasa del cumplimiento de al menos un 96%. Para aprender online tú tienes que activarte, hacer cosas. Al principio pasamos el mismo examen a los alumnos que habían hecho una asignatura en presencial y a distancia y en el peor de los casos sacaron la misma nota”.

En la enseñanza pública también hay modelos que funcionan. La Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) llevan casi 50 años formando de este modo, para interactuar con el alumno tienen vídeos, chats, foros de discusión, se comparten documentos… “Lo que hemos hecho ahora es adaptar todos los contenidos a online porque tenemos una parte presencial en los centros asociados. Quiero recalcar el esfuerzo enorme del vicerrectorado de Tecnología para montarlo en un tiempo récord”, cuenta Mario Pena, vicerrector de Formación. “Los docentes desde casa con nuestros propios ordenadores –si tienen un micrófono y una cámara– podemos atender a los estudiantes en tiempo real. Y teníamos otro problema con el personal de administración y servicios (PAS) y lo hemos solucionado con un sistema de conexión que nos permite acceder a aplicaciones para descargar los exámenes, corregirlos, subir las calificaciones… Mientras los PAS por remoto acceden desde casa al contenido de sus ordenadores como si estuviesen en la sede central de la UNED. Muchas universidades nos han llamado para interesarse por nuestro sistema”, prosigue orgulloso Pena.

Es el turno ahora de las otras universidades públicas, muchas de las cuales se han centrado en los estudios presenciales. Castells ya lo advirtió en febrero, antes de que la epidemia hiciese saltar el modelo por los aires: “La enseñanza a distancia es la única manera de seguir formándonos toda la vida y es necesario hacerlo”.

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Elisa Silió
Es redactora especializada en educación desde 2013, y en los últimos tiempos se ha centrado en temas universitarios. Antes dedicó su tiempo a la información cultural en Babelia, con foco especial en la literatura infantil.

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